A la cabeza de la nueva exposición de Luis Alfonso Villalobos (Lagos de Moreno, 1976) hay una vajilla completa hecha de cerámica. Es blanca, pero como haciendo más evidente la sombra que se refleja en ella, hay una línea que divide un blanco casi perfecto de un verde.

Parece el musgo de una mesa después de la comida que se ha quedado semanas en la intemperie húmeda de un jardín. Una pintura detrás de ella lo refleja también.

Estas piezas, realizadas en una residencia con Cerámica Suro, como las del resto de la exposición muestran las formas en las que la naturaleza es interrumpida por el desarrollo.

Una forma de visibilizar varios fenómenos del presente que hacen cada vez menos visible el futuro.

Lee la nota completa aquí.